¿Pueden convivir la medicina alopática y Ayurveda?

Muchas veces me preguntan cómo hago para integrar medicina alopática y Ayurveda. ¿No tendría que elegir una de las dos?

Mi respuesta más sincera es que lo que suma y enriquece siempre es bienvenido a mi vida. Y que puedo establecer una conexión significativa y profunda, con las personas que me consultan, en cualquier ámbito donde ejerza la profesión. Y si, tal vez ya lo adivinaron, un montón de géminis y de piscis por acá!

Y mientras escribo esto, me vienen a la mente esas noches sin dormir mientras era residente en el hospital público… Eran las 3 , las 4 de la mañana y seguían llegando personas a la guardia, muchas veces con problemas simples o menores. Esto en general causaba un malestar: “por qué vienen a esta hora y no durante el día”.
Y me acuerdo muy muy claro, que mi sensación era de profunda compasión, porque verdaderamente hay que sentirse muy mal, del cuerpo o del alma, para salir de casa a esas horas. Y entonces, si lo del cuerpo era poco, el problema estaba en el alma.
Creo que ahí fue cuando empecé a desandar el camino: entendí y acepté que a mí no me interesaba presentar casos raros en congresos, si esa enfermedad no tenía una cura para quien la padecía.

Que no quería atender en la urgencia las descompensaciones de lo que se podría haber tratado mucho antes. Entonces abracé la medicina de atención primaria en consultorio, la que permite prevenir enfermedades, cuando el cuerpo a veces ni dio señales pero hay muchísimo para hacer. Y ese hacer es siempre educar, que cada persona pueda saber que con pequeñas acciones cotidianas se puede seguir sano por mucho tiempo.

Casi a la par, podría decir el azar pero elijo creer que fue el Universo, una amiga me invitó a acompañarla a un lugar. Bien géminis, amiguera y curiosa, allá fui a sin tener ni idea de qué se trataba. Y medité por primera vez. Y escuché por primera vez la palabra Ayurveda. Y mi vida cambió para siempre.

Y así mientras Ayur se expandía cada vez más en mi vida, y empecé a estudiarlo, se fue también abriendo camino en mi mi consultorio alopático:
Me permití darle mucho más lugar a las emociones de los pacientes, y a las mías propias, contra esa creencia de que si sos médica tener que mantener distancia.
Empecé a recetar meditación en lugar de Rivotril. Entendí la potencia que se siente cuando nos nutrimos con alimentos vivos, llenos de Prana. Y dejé de consumir y recomendar alimentos “dietéticos”. Empecé a ofrecer plantas medicinales como una opción de tratamiento y a sonreír cuando veía que muchas personas las elegían como primera opción en vez de un fármaco.

Y vi resultados maravillosos. Y muchas veces lloré de emoción, y lloraron también mis pacientes, que a veces venían de años y años de estudios sin sentido, de tratamientos que no daban ningún resultado, o de fobia al sistema, y de pronto se sentían sanos, vitales y participando activamente de este proceso de transformación. Y todo eso fue en un consultorio dentro del sistema. Y sigue siendo. Entonces es por eso que lo hago: porque siento que un poco se puede hackear el sistema, se pueden abrir espacios donde no los había, se le puede poner alma a la ciencia, se puede dejar de usar guardapolvo, se puede abrazar.

Después sí, vino todo lo demás: el consultorio ayurveda que es todo eso multiplicado por mil, un viaje galáctico que me sigue maravillando cada día.
Y recuperar mi amor por enseñar, y crear una escuela donde expandir este saber y esta experiencia.
Y seguir enamorándome de la medicina y de la docencia cada día.
Y siempre, siempre, la palabra más maravillosa en cualquier idioma: Gracias.

Con amor,
San