De pediatra académica a pediatra yuyera

Mi camino personal hacia un nuevo despertar

Hace varios años, mejor dicho, hace vidas atrás me encontraba estudiando Medicina en la Universidad de Buenos Aires. En una materia me hablaron de plantas y no necesariamente bien. Me dijeron que las intoxicaciones eran muy frecuentes sobre todo en niñxs. Esto es así para la mayor parte de quienes estudiamos Medicina ya que durante nuestra formación de grado universitario solo tomamos contacto con las plantas medicinales en la materia Toxicología, más específicamente en el capítulo “Intoxicaciones Folclóricas”. Aprendemos desde muy temprano la gran lista de efectos adversos que las plantas pueden ocasionar, sin ninguna distinción entre las plantas que son seguras y las que no lo son para uso pediátrico. No tenemos en cuenta ni la edad, ni la cantidad de planta a utilizar, porque directamente no las consideramos una opción terapéutica.

Cuando finalicé la carrera, ingresé en un Hospital Pediátrico a especializarme en el cuidado de la salud de las infancias. Viví muchas experiencias que sin dudas forman parte de quien soy, con lo hermoso y lo terrible. Un sistema que oprime, una medicina a la que muchas veces le sobra método científico y le falta corazón. Desde el primer día, me enseñaron a preguntar (o mejor dicho a acusar) a las familias sobre si habían usado algún yuyito. Porque seguro, ese yuyito era el responsable de complicar los cuadros que aparentemente solo la medicina alopática podía curar. Yo no tenía formación científica en fitomedicina en ese momento, pero si tenía mi propia experiencia. Tenía el recuerdo de mi infancia, el jardín de las plantas mágicas de mi abuela, toda una vida en el interior de la provincia de Buenos Aires rodeada de naturaleza, conectada a través de largas horas de juego y mundos imaginarios con las plantas que sanan. Me hacía mucho ruido reproducir el discurso hegemónico porque sentía que era negar mi propia historia.

Pero en los primeros años no contaba con los recursos para alzar la voz porque me sentía muy sola en un medio en el que no se podía parar a reflexionar porque las guardias quemaban, lo urgente de las pequeñas vidas nos tenían corriendo las 24 hs. En esos años pensé muchísimas veces que me había equivocado de carrera, pues sentía que las personas pequeñas eran mucho más que una lista de síntomas a silenciar. Cuestionar a veces duele y en mi caso ese gran dolor de sentir no encajar en el modelo médico convencional, fue el motor para iniciar una enorme búsqueda, un proceso de deconstrucción que me llevó a un Hospital Ayurvédico en la India en un animarme a reencontrarme con el encanto de mi profesión y conmigo misma.

Conocí un sistema médico que utilizaba las plantas para acompañar a las personas en los procesos de salud, y cuando digo personas me refiero a todas las personas: gestantes, infancias, adultas, ancianas. Allí se inició un viaje al que decidí dedicarle mi vida entera: la integración de saberes ancestrales con el valioso aporte del método científico moderno. Porque, aunque nos quieran hacer creer lo contrario, sí es posible hablar de ciencia y espiritualidad en lenguajes que se abracen.

Siento que este gran salto hacia activar la propia capacidad de sanar de la mano de mis guías maestras, las plantas del camino, también es un gran cambio de paradigma que me invitó a revalorizar los aportes de la medicina convencional. Ya no se trata de caminar en senderos opuestos, se trata de saber que podemos cuidar a las infancias con los valiosísimos aportes de la medicina convencional y a la vez integrar medicinas holísticas que utilizan herramientas naturales para restablecer el equilibrio.

Tenemos que saber que, en algunas situaciones de salud, sobre todo las que requieren soluciones más inmediatas, los fármacos alopáticos muchísimas veces salvan vidas por ejemplo ante cuadros muy agudos que necesitan tratamiento inmediatamente. En cambio, para muchísimas situaciones que transcurren en nuestra cotidianidad las plantas tienen un lugar fundamental. No solo en el acompañamiento terapéutico, sino también en la prevención de los desequilibrios más típicos de la infancia.

La buena noticia es que cuando utilizamos las plantas con criterio y responsabilidad vamos a tener muchísimo menos riesgo, en comparación a los fármacos de síntesis, de generar un efecto adverso no deseado. Y esto último, que es justamente lo contrario de lo que me enseñaron en la facultad, es así ya que la medicina de plantas es una medicina suave que guarda la perfección del poder armonizador de la naturaleza y eso jamás ningún laboratorio lo va a poder igualar.

La medicina de plantas es una medicina viva. Podemos estudiar química y estudios de laboratorio toda una vida, pero la energía con la que las plantas nos ayudan a sanar es y seguirá siendo un misterio. Un misterio maravilloso que justamente las infancias abrazan libres de prejuicios.

Llevo más de 10 años siendo testigo de cómo las plantas acompañan a equilibrar los cuadros más comunes en pediatría y la razón es que justamente la vitalidad de lxs niñxs se potencia con la energía vital de las plantas en una danza libre, auténtica, llena de colores y con un saber que para nuestra mente adulta es difícil de comprender. Lo hermoso es que en el fondo no hay nada que entender, solo hace falta abrir el corazón al llamado de la naturaleza.

Con amor,
Flor

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12 comentarios en “De pediatra académica a pediatra yuyera”

  1. Piel de gallina. “Ya no se trata de caminar en senderos opuestos” Amo! Vamos por todo. Vamos por ese salto cuántico en qué lo raro deja de ser raro para ser lo habitual!

  2. Siendo autoreferencial y poniendo la propia experiencia como método de conexión, tus palabras Flor me dan mucha calma. Después de atravesar varias situaciones en donde la medicina hegemoníca, no sólo no me “funciono”, sino que me desequilibro aún más….te encontré, te encontré y encontré una red que me sostiene. Tan solo con leer que “no todo funciona para todos” , capte la atención de la individualidad en el abordaje médico, capte la necesidad de la escucha de nuestro propio cuerpo…. Y a raíz de eso comenzó un proceso de atención, pero sobre todo de amor, de dejar caer esas creencias que por tantos años se me habían impuesto, donde las pastillas eran la única solución.
    Gracias por compartirnos tu historia, me honra profundamente ver como después de un largo proceso de soledad, hallas encontrado tanto acompañamiento y amor en cada una de las personas que te encontras! Sin dudas es la gestación de una proyecto creativo que viene a cambiar la manera de relacionarnos con nosotros mismos, pero también con nuestros pares, y sobre todo con nuestro entorno.
    Gracias por no abandonar nunca tu curiosidad y tu cuestionamiento, por seguir ese llamado que sentias desde el alma….abrazo bruji🫂🤍💫

  3. Me emocionó mucho tu testimonio Flo! Pues mi comunicación con el reino vegetal ha sido desde pequeña. Siempre tuve la certeza de que en ellas estaba todo lo bueno que el ser humano necesita.
    Estudié desde niña su uso, y sentía que sí quería ser alguien que ayudara a sanar, desde una perspectiva más dulce.
    Así fue como después de una larga vuelta, decidí estudiar naturopatía; un camino difícil para ejercer en mi país, pero lleno de satisfacción.
    Agradezco mucho tu forma de compartir, porque en la naturaleza todo colabora, y es de esta forma que llegamos a la verdadera sanación.
    Gracias de corazón. 🌱💗✨

  4. Hola Florencia. Te felicito! Me resuena profundamente lo que contas. Te consulto me encuentro con 46 años en un momento de mi vida con un desbalance hormonal y 15 kilos de sobrepeso…me resisto a tomar una medicina de x vida. Pero a la vez, no logro tener voluntad para un cambio de hábitos. Crees que hay algo natural que me pueda ayudar con esta situación

    1. Te abrazo Viví! Siempre hay algo que si podamos hacer! Te sugiero tomar nuestra formación de ayurveda pq no solo vas a encontrar muchas llaves sino tb la motivación para hacer el proceso en acompañada

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