Como dijimos en la nota anterior, hoy se considera que las alteraciones de la inmunidad son una de las causas que subyacen a la endometriosis.
Podemos inferir entonces que mejorando la funcionalidad de nuestro sistema digestivo y nuestra microbiota intestinal, podríamos favorecer a disminuir la inflamación sistémica y por tanto mejorar la endometriosis (desde simples mejoras en nuestra alimentación, hasta el agregado de suplementos o probióticos específicos).
El primer punto a considerar es que hasta hoy no existe una cura, y lo que vamos a intentar tratar no es la endometriosis, sino a la persona que en este momento puntual de su vida la está transitando. Lo más importante es comprender su estado de salud general, su historia, estilo de vida, desde cuándo posee síntomas, y qué es lo que espera que suceda con el tratamiento. Partiendo desde allí hay situaciones puntuales que van a requerir cirugía, otras tantas que van a necesitar una intervención hormonal, y muchas que se van a beneficiar sólo instaurando cambios de hábitos.
Dentro de los tratamientos convencionales encontramos la cirugía para reducir o quitar los focos de endometriosis. Esta práctica invasiva logra en la mayoría de los casos alivio de los síntomas con disminución notable del dolor, y disminución de la inflamación a nivel pelviano, y con mejoras transitorias en la fertilidad. Más del 50% de los casos las lesiones vuelven a aparecer si no se realiza tratamiento médico posterior (sea hormonal o no). Aun así, cada cirugía pelviana además de sus riesgos inherentes al acto quirúrgico, puede generar nuevas adherencias, cicatrices, y particularmente sobre el ovario, puede disminuir la reserva de óvulos. Por ello es que la decisión quirúrgica debe ser tomada entre médico y paciente teniendo en cuenta beneficios y riesgos. En caso de ser necesaria, siempre debe ser realizada por vía laparoscópica y por alguien experimentado en el tema, incluso equipos multidisciplinarios.
Aunque no es una enfermedad hormonal, la supresión del ovario ha sido y es aún hoy el método estándar de tratamiento para frenar o detener el avance de la endometriosis (indicaciones que comienzan a cambiar a partir de estos hallazgos que sugieren un desbalance inmunológico).
Las guías a nivel mundial recomiendan el uso continuo de progestágenos como primera línea de tratamiento en toda paciente que no desee embarazo. De elección: dienogest (visanne, desiré). También se utiliza el implante subdérmico de etonogestrel (implanon). Ambos poseen efectos no deseados, pero en muchas pacientes es una solución aceptable para sus dolores, y previene complicaciones y nuevas cirugías.
El uso del dispositivo intrauterino con levonorgestrel (diu hormonal mirena), actúa localmente sobre el endometrio y lesiones, produce amenorrea (ausencia de menstruación) en la mayoría de las pacientes, con reducción importante del dolor. Es particularmente útil en adenomiosis.
Hay otros tratamientos hormonales de segunda línea, con menos efectividad y más efectos adversos. En la línea de terapias hormonales más “naturales”, algunos usan progesterona micronizada. Si bien también es una hormona sintética, es idéntica a nuestra hormona natural, por lo que algunos profesionales la eligen frente a otras progestinas.
En pacientes que buscan embarazo, es recomendable siempre una consulta en un centro de fertilidad, e individualizar las indicaciones a la pareja.
Sabiendo que la endometriosis es una disfunción inflamatoria/inmunológica, se plantea la posibilidad de generar cambios en dieta y estilo de vida para mejorar los síntomas. Existe un amplio abanico de acciones terapéuticas, vamos a mencionar las más estudiadas:
- Gestión emocional: vivir con dolor continuo inevitablemente afecta nuestro estado emocional, y nuestro estado emocional alterado nos impulsa a conductas que pueden aumentar nuestra inflamación sistémica. Un psicólogo o acompañante terapéutico con experiencia, grupos de pacientes, talleres de gestión del dolor, entre muchas variantes pueden ser utilidad.
- Prácticas de meditación, pranayamas, y otras técnicas de concentración, que ayudan a gestionar mejor el estrés diario y momentos de dolor.
- Fisioterapia: masaje y la terapia de liberación de puntos gatillo, estimulación eléctrica neuromuscular (TENS).
- Ejercicio: favorecer el movimiento en todas sus formas, adecuando el tipo e intensidad a cada persona. Particularmente el yoga, tai-chi y chi-kung son armonizadores de cuerpo-mente.
- Acupuntura, sola o como parte de un tratamiento en medicina China
- Medicina ayurvédica: puede contribuir de manera integral, enfocándose en la constitución de la persona y sus desequilibrios. Requiere un compromiso personal y un camino de autoconocimiento.
- Dieta: Existen infinidad de dietas y protocolos de alimentación y suplementación para disminuir la inflamación sistémica, no es necesario incorporar todo, pero aca van algunas sugerencias:
- Disminuir o idealmente evitar productos lácteos: evitar la proteína caseína A1 de los lácteos mejora la permeabilidad intestinal
- Disminuir o idealmente evitar el consumo de gluten. Estudiar alergia al huevo y alergia al níquel
- Cúrcuma: antiinflamatorio, suprime la producción local de estrógeno, inhibe el crecimiento de vasos sanguíneos en lesiones. Se administra en cápsulas.
- Zinc: regulador inmunitario y antiinflamatorio, repara la permeabilidad intestinal, reduce el dolor menstrual. Se utiliza a dosis de al menos 30mg/día
- Magnesio: relajante muscular. Se debe suplementar diariamente, con una dosis extra durante la menstruación, ( puede provocar diarrea a altas dosis).
- Otros: vitamina D, yodo altas dosis, resveratrol, N-acetilcisteina, selenio (con precaución en dosis máxima)
- Disminuir al máximo la exposición a disruptores endocrinos: tóxicos ambientales, uso de plásticos en alimentos (BPA y otros), ciertos conservantes o aditivos químicos, cremas que posean parabenos, hidroquinonas o formaldehído. Es prácticamente imposible conocer todos los disruptores, mucho menos evitarlos siempre, pero como regla general: deberíamos elegir consumir o aplicar en el cuerpo sustancias que provengan de la naturaleza, que sean frescas, que tengan poco procesamiento y pocos agregados químicos artificiales.
- Debido al metabolismo hepático hormonal, cualquier intervención que ayude a la salud y funcionalidad hepática tendrá impacto positivo en la endometriosis (disminuir o evitar el consumo de grasas saturadas de origen animal, alcohol, aumentar consumo de hojas verdes y frutas)
La endometriosis es una enfermedad que aún no tiene cura, aunque sus síntomas disminuyen y en la mayoría de los casos desaparecen con la menopausia.
Los tratamientos convencionales y naturales nombrados apuntan a mejorar la calidad de vida. Es difícil evaluar si una dieta o un suplemento es mejor que otro, porque tiene mucha variación entre personas. La sola mejora en la alimentación con disminución de aditivos químicos industriales tiene efectos positivos en la calidad de vida de manera integral. Es importante no generalizar, e ir adecuando la dieta, hábitos, y tratamiento médico a cada persona, sin dejar de lado ni demonizar las intervenciones quirúrgicas y tratamientos hormonales en casos necesarios.
Jesica Piastrellini
Médica Tocoginecóloga- Mendoza
jesicapiastrellini@gmail.com
Instagram: @jpiastrellini
Ex alumna de Escuela Ronda Lunar
Integrante de nuestra Membresía Atenea