Cuando el dolor menstrual es más que eso… hablemos de endometriosis

La endometriosis es una condición frecuente que se caracteriza principalmente por menstruaciones dolorosas. Solemos creer que nuestro sangrado menstrual viene acompañado de dolor, y aceptamos este hecho. Si bien es cierto que podemos tener ciertas molestias, ¿cómo reconocer si nuestro dolor es “normal”?

Cuando mencionamos dolor “normal”, nos referimos a molestias o dolor en la parte baja del abdomen, a veces en la zona lumbar, que aparece durante el primer o segundo día de sangrado, cede con analgésicos suaves como ibuprofeno, y no interfiere en nuestras actividades habituales.

Cuando el dolor es punzante, abrasador, de elevada intensidad, que dura muchos días (incluso fuera del periodo de sangrado menstrual), no mejora con analgésicos o requiere muchos de ellos, interfiere con nuestras actividades, sospechamos que ese dolor no es normal y deberíamos consultar con un ginecólogo.

La endometriosis afecta a 1 de cada 10 mujeres, y si bien no todas tienen síntomas graves, quienes lo padecen tienen su calidad de vida muy disminuida. El diagnóstico demora de 8-12 años en promedio, debido a que muchas mujeres y médicos minimizan los síntomas.

La endometriosis es un desorden crónico inflamatorio/inmunológico que se caracteriza por la presencia de tejido endometrial fuera de la cavidad del útero. Nuestro útero tiene un revestimiento interno llamado endometrio, que crece todos los meses al ser estimulado por estrógenos provenientes del ovario, y luego se desprende a final del ciclo cuando las hormonas disminuyen provocando el sangrado menstrual. Cuando este tejido endometrial crece fuera del interior del útero, se genera inflamación, sangrado, cicatrices y el característico dolor.

Como aparece en distintas zonas de la pelvis, el dolor puede tener asociado malestar intestinal, dolor con las relaciones sexuales, complicaciones en la vía urinaria, infertilidad, entre otros síntomas. Cuando aparece en el ovario genera quistes de contenido espeso rojizo marrón que se llaman endometriomas. Cuando este tejido crece entre las fibras musculares de la pared del útero se llama adenomiosis y provoca sangrados muy abundantes.

Es importante destacar que los síntomas y la extensión de la enfermedad no son directamente proporcionales. Es decir, tenemos pacientes con muy pocas lesiones endometriosicas y muchísimos síntomas, y pacientes que eventualmente por otra causa han sido operadas y al ver la pelvis encontramos múltiples lesiones y refieren nunca haber tenido síntomas.

Para hacer diagnóstico de endometriosis, lo primero es sospecharla. En controles ecográficos ginecológicos de rutina podemos encontrar endometriomas, adenomiosis y algunos signos indirectos, pero una ecografía normal no descarta el diagnóstico. Se recomienda siempre que se sospeche endometriosis realizar ecografía transvaginal en manos experimentadas, y acompañarlo de RMN para ver lesiones de endometriosis profunda.

Debido a la mejora en las imágenes diagnósticas, la laparoscopía diagnóstica (cirugía en la que se ingresa al abdomen y pelvis con una cámara para buscar lesiones) ha dejado de ser el método de elección. Se deja para pacientes específicos que se van a beneficiar no solo del diagnóstico, sino del tratamiento quirúrgico (endometriomas grandes, dolor intenso crónico que no cede a otros tratamientos y algunos casos de infertilidad).

Se postulan muchas teorías para explicar por qué este tejido endometrial crece fuera del útero, pero en lo que actualmente se enfocan los investigadores es por qué el sistema inmune no logra barrerlo y eliminarlo eficientemente. Sabemos que todas las mujeres podemos tener eventualmente menstruación retrógrada, sangrado menstrual que, en vez de ir hacia afuera por el cuello del útero y vagina, se vuelve por las trompas y cae dentro de la pelvis), pero en la mayoría eso es transitorio y el tejido rápidamente eliminado por el sistema inmune.

Sabemos que el estrógeno hace crecer las lesiones endometriósicas, y se cree que éstas tienen mayor sensibilidad al estrógeno. Esta mayor sensibilidad está dada por la inflamación local, y el mayor crecimiento del tejido genera más inflamación, generando un círculo vicioso. Los estrógenos no causan la enfermedad, pero si la empeoran.

Recientes investigaciones muestran también disfunción en los receptores de progesterona, que es la hormona con funciones opuestas al estrógeno. La progesterona disminuye el grosor del endometrio, detiene el crecimiento de lesiones, y además regula el sistema inmune (reduciendo la inflamación promovida por estrógenos).

  Numerosos estudios avalan que problemas en la digestión, aumento de permeabilidad intestinal, y presencia de LPS (lipopolisacáridos microbianos) en la cavidad pelviana podrían producir o empeorar la endometriosis. Estas pacientes presentan un estado inflamatorio que excede el sistema reproductor femenino. Y si bien no cumple criterios para ser catalogada como enfermedad autoinmune, está claro el papel fundamental de la inmunidad.

Entonces… ¿Qué puedo hacer?

Te lo contamos en la próxima entrega

Jesica Piastrellini
Médica Tocoginecóloga- Mendoza

jesicapiastrellini@gmail.com
Instagram: @jpiastrellini
Ex alumna de Escuela Ronda Lunar
Integrante de nuestra Membresía Atenea

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